viernes, 9 de febrero de 2018



La pintura rupestre es una manifestación del arte prehistórico y va a tener dos razones de existir:

Como herramienta práctica, las escenas de caza pueden tanto representar estrategias para una cacería posterior, en la que explicar posiciones y movimientos a todos los miembros de la cueva, como para señalar lugares mortíferos en los animales representados, y también, podemos imaginar a los miembros de la tribu explicando a los niños alguna jornada de caza memorable, en las frías noches de invierno.

Por otra parte, guiado por una intencionalidad mística, “mágico-propiciatoria”, el chamán representaba las siluetas de aquellos animales que conformaban su sustento, en un intento de vincular y encadenar el alma de aquellas bestias al territorio de la tribu.

Recordemos que en aquellos primeros pasos de la Humanidad, los grupos humanos eran nómadas, se movían conforme lo hacían las manadas de animales que cazaban. Así, el pensamiento “mágico” del hombre primitivo entendía que el representar la figura del animal, vinculaba su esencia al lugar, impidiéndole evadirse de sus captores.

La idea parece estar en insuflar valor y fuerza a los cazadores para que abatiesen a su presa, una especie de talismán pétreo, por el que los dioses naturales recompensen al grupo con la destreza necesaria para traer alimento a los suyos.



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